No quiero despojarme del poder de la imaginación.
Siempre he escuchado que, con los años, las personas maduran y abren los ojos a la realidad, eso quiere decir que la imaginación ha de ser abandonada en un rincón de nuestro ser, en vez de dejárle rienda suelta.
Yo, por los motivos vividos, prefiero ocultar a mi mente los duros tiempos que nos rodean.
Me asusta la idea de no poder cambiar a beneficio de mi alrededor mis ideas y mis actos. Alguien puede acusarme de inmadurez, de iluso.
Pero prefiero que me digan eso a que no pueda creer en algo irreal, que me llene como persona.
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